jueves, 8 de enero de 2015

A MARTE 25

El tiempo había seguido su curso y tanto en Marte como en la Tierra los dos ex novios empezaban otras historias.
El astrónomo decidió sacar todas las fotografías de su ex amada, a fin de no incomodar a Amanda y para olvidarla más fácilmente. 
Brunella, por su parte, irradiaba felicidad cuando estaba junto a Jonás, era pues el compañero perfecto.
Una noche sorprendió a la bella ecologista mostrándole cómo había transformado una habitación de su casa en un vivero interno, de hecho también había armado una huerta en uno de los balcones. Era de esos hombres que regalaban este tipo de detalles.

Pero aquella mañana fría, Brunella se despertó con la noticia de que la nave de la misión estaba por aterrizar cerca del mediodía.
Jonás percibió su nerviosismo y levantándose al mismo tiempo que ella, desayunaron rápido y cruzaron hacia la casa de Milo.
No había mucho que hacer allí, estaba impecable. Dos veces por semana iban a limpiar y regar las plantas.
Repasaron los muebles (pocos) y Brunella entró al cuarto de Milo después de tanto tiempo.
Lo miró cuidadosamente, el olor y la sensación a vacío no la afectaron. Simplemente, ese ya no era su lugar.
Encendió el comando principal de la casa.
Se quedó parada mirando a la nada, ni siquiera pensaba, ni recordaba su historia y todo lo vivido en aquella casa. Jonás había vuelto a su vida maravillosa. Era lo que siempre había soñado.
Tomó a su novio de la mano y salieron.
Antes de cerrar la puerta principal, Brunella dijo:"Hasta siempre casa inteligente".

No hay comentarios:

Publicar un comentario