martes, 12 de agosto de 2014

El Señor Lotart y La Señorita Marchic 7

La oficina era mediana, el azul marino predominaba como detalle en las paredes.
La luz del sol asechaba las extensas pestañas de la Señorita Marchic. 
El escritorio del Señor Lotart estaba repleto de papeles y carpetas, no era muy organizado en ese aspecto. Sin embargo, para esa reunión había ordenado poner un florero vistoso con fresias y bombones de frutas. Su secretaria había averiguado esos detalles.

La Señorita Marchic agradeció esos detalles, y comenzó a ordenar la montaña de papeles. Lotart observaba cómo se movía, como se agachaba y sus senos se asomaban por el escote de su camisa blanca. Era una piel inmaculada, digna de ser tocada, de apariencia suave... y destilaba un perfume exquisito. Sus rizos enmarcaban ese rostro perfecto.

Ella se acercó con una de las carpetas, él dio un paso más. Estaba a unos pocos centímetros de ese cuello tentador. Por un instante, el Señor Lotart imaginó besar su cuello, con besos suaves, desabrochar su camisa blanca y tocar esos senos preciosos. Saboreó aquellos labios rojos y se sintió estremecer. Estaba peligrosamente cerca, todo lo mareaba más que su whisky preferido.  

Su cuerpo la deseaba, su mente perdió el control apenas vio su primera sonrisa.


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