miércoles, 13 de agosto de 2014

El Señor Lotart y La Señorita Marchic 8

La Señorita Marchic había terminado su reunión con el Señor Lotart completamente exhausta.
Ahora  estaba en su oficina, mucho más pequeña por cierto, frente a la ventana que daba a la plaza. Todo había sido productivo, ya habían organizado varias cosas y sin embargo ella se sentía rara.
Quizás era el hecho de que era una de la tarde y aún no había almorzado. Además tenía mucho calor. 
Se dirigió al baño. No había nadie más.
Se miró al espejo, tenía sus mejillas coloradas. Era tal el calor que sentía que se ató el cabello y se mojó la cara.  

Ella sabía perfectamente que aún con su cara mojada y pelo recogido era una mujer hermosa, pero odiaba ese rótulo. 

Detrás de la puerta, como un espía estaba el Señor Lotart, loco, furioso y lleno de deseo.
La Señorita Marchic se percató de que estaba siendo observada. Sin pensar demasiado y acaso con ganas de jugar, mojó de más su camisa blanca. Bajó su cabeza bajo el chorro de agua helada y dio luego un respingo liberando salvajemente todo su cabello.

Era como si estuviese poseída. Se sentó en la mesada del baño apoyando sus eternas piernas con los pies descalzos. Sus zapatos de taco aguja quedaron tirados en el piso. A esa hora nadie pasaba por allí ya que todos huían al exterior con el fin de almorzar.

Miró al Señor Lotart tras la puerta y ella lo miró fijamente. Fue en ese instante cuando vio al hombre, al atractivo Lotart y no a aquel hombre de negocio con quien había tenido una reunión tediosa.
Se puso de pie y trató de actuar como si nada hubiera sucedido... pero Lotart endemoniado puso su primer pie en el baño.


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