miércoles, 10 de septiembre de 2014

A Marte 2

Luego de un sueño reparador Milo desde su cama, mediante las aplicaciones hogareñas de MiApp (el monopolio originado por la fusión en el año 2059 de Microsoft y Apple) encendía las luces y la cocina. Brunella pronto estaría llegando, seguramente con hambre.
A la caída del sol, la joven ecologista atravesaba la puerta luego de que fuera identificada mediante un rayo inofensivo que leía su iris.
Milo la recibió con dulzura y con café. Se abrazaron como siempre.

"¿Aún no tienes novedades del C.L.E , cariño?" preguntó Brunella con su cara de curiosa.
"Todavía no Bru (así la llamaba a veces), pero debe de llegar la respuesta esta semana.¿Haz pensando cómo nos manejaremos si voy todo un año a la misión?" respondió Milo, algo preocupado.

No, Brunella no quería pensar en ello. Por un lado estaba feliz de que su amor, el hombre de su vida, concretara su sueño. Él había nacido para esta misión, había estudiado en la mejor universidad del Norte. Estaba más que preparado. Por otro lado, se le oprimía el corazón de sólo pensar que pasarían un año separados. No podía concebir la idea de pasar el día libre en el Bosque de Árboles Artificiales sin Milo. 
Pero no podía ser egoísta. No, eso era terrible. Esa clase de sentimiento había llevado al colapso mundial décadas atrás. 
Recordó las guerras, el hambre, los muertos... todo porque aquellos viejos países (hoy inexistentes) se cegaron de poder, egoísmo y demás cosas nefastas.

No, debía ser fuerte. Pronto sabría si Milo era convocado o no. Si se separarían.

Mientras ella pensaba estas cosas, Milo apoyó la taza de café sobre la mesa y susurrándole al oído le dijo: "Para que no me extrañes Bru, puedes quedarte en mi casa. Es nuestra casa. Quiero que vivas conmigo".


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