jueves, 11 de septiembre de 2014

A Marte 3

La respuesta instantánea fue un beso. Milo tomó su cintura y la subió a la mesa de la cocina. Los años de la humanidad habían pasado y el el año 2109 aún existía la pasión natural (sin provocarla mediante fármacos) y ellos eran dos jóvenes con una gran dosis de lujuria.
La joven ecologista tenía un par de piernas bien fibrosas, carnosas y firmes... todo gracias a la bicicleta primitiva. Brunella odiaba las bicicletas voladoras, ni hablar de su fastidio con los autoaviones. Su falda color verde manzana subió hacia su ombligo dejando al descubierto su parte íntima. La boca de su hombre recorría su boca, su cuello y parte de su pecho con besos sublimes, encantadores. Sus pezones se erizaban y salían al aire, a la vida como aquellas viejas islas olvidadas del Océano Atlántico.
Brunella, cargada de éxtasis, como fuera de sí, como un animal en celo, jugaba fuerte con el cabello de Milo. De a ratos buscaba sus ojos verdes, lo miraba y acercándose con una sonrisa libidinosa, metía su lengua poderosa en aquella boca dulce y amada.
El joven la alzó sobre sus hombros, sabiendo que ésto a ella le gustaba mucho, y la llevó hasta su dormitorio.
Al cruzar la puerta, automáticamente, gracias a la detección del nivel de hormonas, las luces se atenuaron y cambiaron de luz fría a luz rojiza y la música instrumental le daba ese toque de romanticismo que adoraban. Un exquisito aroma a rosas salía desde las paredes. 
Había cosas como éstas que les gustaba de las casas inteligentes.
En medio de la cama, las pieles de ambos sudaban deseo puro, natural. Humano.
La unión de cuerpos era la conexión de sus almas.
Era una de las pocas parejas humanas que se daban el lujo de llegar al orgasmo juntos, como si fuera el ritual más sagrado. Tan de ellos, tan humano.

Los androides jamás llegarían a este nivel, por más modificaciones que les realicen.

De repente, la casa notificó por voz que había un nuevo mensaje de correo en la bandeja de entrada.

Asunto: CONFIRMACION C.L.E.

Milo y Brunella se miraron y se abrazaron. 
Él se levanto de un salto de la cama para ir a ver el mensaje. Ella se quedó en la cama, cubierta con las sábanas y el olor a Milo en su piel. Acurrucada.


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